viernes, 12 de febrero de 2010

Bernardita Zegers (East Side Magazine)

El trabajo de Bernardita Zegers es
desprejuiciado, libre, abierto y bello. Quizás
porque, como ella misma señala, nada en él
es forzado. Su trayectoria ha estado siempre regida
por el placer y la alegría de crear, una verdadera visión
de vida.

IMPETUOSA HONESTIDAD
¿Cómo llegaste a dedicarte al arte?
De chica me imaginaba como cantante de ópera,
me escondía en algún lugar a probar la voz. Siempre
me provocó una emoción muy fuerte la música,
desde clásica hasta popular. No tenía ningún
prejuicio. Lo mismo con la lectura, era también una
fuerza, un material de vuelo. Finalmente terminé
estudiando decoración de interiores y después diseño
teatral. Creo que ese fue el momento de encuentro
real con el arte. Me fascinó el tema del diseño de
vestuario y escenografía, eran cosas absolutamente
afines conmigo. Lo podía hacer y salía natural. Pero
nunca ejercí ninguna de esas cosas realmente. Me
fui a vivir a España el año 1975 y tuve dos niñitas. En
España, entre todos los cambios, estudié cerámica
en la Complutense. Pero no, por ahí tampoco iba
la cosa. Se dio todo de una forma muy natural, muy
espontánea, en que un día me puse a pintar. Fue
cuando nació mi segunda hija.
Fue como una especie de necesidad…
Sí. En ese momento se dieron las circunstancias y
empecé a pintar. Las niñas se iban a dormir, la casa se
quedaba en silencio y descubrí que podía pintar. De
una manera muy doméstica, muy cotidiana, se dio
los disfrazaba. Hacía eso por pudor, porque eran
como autorretratos. En el fondo era yo, convertida en
un personaje. Hoy mi trabajo no tiene que ver con lo
genérico, sino con el encuentro de cosas, objetos, ya
sean de la naturaleza o los viajes que hago. Con ellos
es que vuelvo a inventar mi historia. No hay nada
premeditado, traigo miles de cosas, porque sé que las
puedo incorporar a algo.

VIAJES Y OBJETOS
¿Qué pasa después de la pintura?
Con el paso de los años, dejó de ser algo divertido.
Lo que me pasa es que cuando descubro el modo
de hacer algo, lo puedo repetir, pero no hasta el
cansancio. Puede que los otros no se cansen de lo
que hago, pero yo sí. Llegó un momento en que
no quise pintar más. Filtré toda la información
que tenía en mí de nuevo, y decidí que enseñando
podía encontrar una nueva manera de entender el
arte, la creatividad. Entre todo esto, hubo muchos
viajes. Fui encontrando cosas, materiales, mis ojos
se empezaron a abrir cada vez más. Me volví más
observadora. Eso me hizo muy, muy bien. Fue
apareciendo una nueva información. En el viaje una
no va pensando en hacer una obra, el viaje es el viaje,
es más…
Una experiencia de vida…
Tal cual, eso es. Empiezo a buscar materiales y
cuando vuelvo, empiezo a reproducir escenarios
en miniatura. El viaje se vuelve una etapa muy
importante en mi vida. Además, cuando me fui a
vivir a Tunquén, comencé a descubrir materiales
me daba miedo intervenirlos. Estuve así un par
de años. En los viajes, visitando los mercados de
pulgas, empecé a encontrar hilos y un montón
de cosas que me traje y finalmente me decidí
a intervenir esos planos. Mientras tanto, nos
invitaron a San Petersburgo, Florida. Esa ciudad,
que se convirtió en un lugar de jubilados, también
fue diseñada por un ruso. Es lo más fome, latera y
fea que hay. Cuando volví, se me ocurrió hacer un
paralelo entre la sobriedad del señor Rusca y este
kitsh de Florida, imponiendo sobre los planos
de origen, imágenes hiper kitsh, hechas con una
serie de materiales que traje de allí. También
intervengo los planos con hilos antiguos. Por
ejemplo, en algunos voy uniendo la fachada
hacia el plano. Se van encontrando los
hilos en una trama de costura. Eso es lo que en
este momento me tiene atrapada
y feliz”, agrega Bernardita.
en la naturaleza, fue una experiencia increíble. En
esa época había muy poca gente. Tú caminabas y
encontrabas patas de pájaro, ramitas, hasta aletitas de
pingüino. También empiezo a hacer obras con cosas
que encontraba en mercados de pulgas, anticuarios
de América Latina, Europa, de todas partes del
mundo. Por donde viajo acarreo kilos de cosas que
más tarde se van incorporando a mi obra.
Esta incorporación y pasión por los objetos,
¿a dónde te lleva?. ¿A la instalación, la
escultura…?
Hacia la tridimensionalidad, es sumar más
materiales al plano.
No trabajas con ningún material en
particular, es completamente abierto…
Mi situación de vida es así. Desde que dejé de
pintar, mi postura frente al arte tiene mucho que ver
con eso. No me siento obligada ni al pasado, ni al
futuro. Ahora me encanta lo que hago, pero no tengo
Bernardita Zegers propone una superposición de mundos
en la obra que presentará en la Galería Patricia Ready.
Sobre planos originales del siglo XVII de edificios ubicados en
San Petersburgo, Rusia, efectúa intervenciones con materiales
encontrados en otra ciudad denominada San Petersburgo,
pero de Florida, EEUU. Ambas urbes no pueden ser más
distintas, contraste que sirve como fuente de inspiración y se
expresa de distintas maneras: a través de figuras kitsh, como
en la obra en la que pequeñas fotografías de antiguas actrices
norteamericanas se asoman de las ventanas de un antiguo
palacio ruso; o a través de hilos antiguos cocidos en el papel,
que se asemejan a trazas que unen fachadas, plantas y espacios
Plumas, botones o pequeños ratoncitos de plástico, se representados en dos dimensiones.
adueñan de la obra de Bernardita. Objetos recolectados
por la artista alrededor de todo el mundo, encuentran
una historia y se convierten en los protagonistas de un
mundo único, creado completamente para ellos.


LA FELICIDAD DE CREAR
ese “clic” con la pintura.
¿Cómo era esa pintura?
Era una pintura muy cercana al naif, muy
escenográfica. De algún modo reducía en formatos
muy pequeños, toda la información que tenía. El
inicio fue ese, reducir todas esas ganas de contar algo
nuevo, sin palabras, con colores. Fue un ciclo muy
interesante, donde pinté bastante, pero después me
aburrí de pintar.
Es una pintura marcada por figuras
femeninas exuberantes…
Sí, eso tiene que ver con el teatro. Cuando yo
pintaba quería hacer seres reales, pero evidentemente
idea qué haré mañana.
¿No hay ni materiales ni objetos favoritos?
Los objetos me provocan una fascinación enorme.
Puede ser lo más kitsh o lo más serio. No hay una
gama de objetos favoritos, es todo. Pueden haber
cositas muy pequeñas, pero siento que pueden
encajar en una historia que quiero contar. Tengo una
cantidad de cosas infinitas en mi casa en Tunquén.

MOVIENDO LOS HILOS
En marzo de este año, en la Galería de Patricia
Ready, se presentará “Hilando Fino”. Una muestra
basada en planos arquitectónicos del siglo XVIII de
los palacios de San Petersburgo.
¿Cómo nace este trabajo?
Hace unos años atrás, mi marido me regaló una
serie de planos de la ciudad rusa de San Petersburgo.
Son unos planos de un papel de algodón maravilloso,
del arquitecto Luigi Rusca. Tocaba estos planos
hechos en un material de una nobleza increíble.

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