sábado, 13 de febrero de 2010

SARJO: Lava-Patrias - El país del eterno blanqueo

SARJO: El país del eterno blanqueo

LAVA-PATRIAS

Lavar eternamente la bandera argentina es una acción de arte de Sarjo que apunta a una búsqueda de blanqueo universal. Apunta a restaurar el ejercicio del juego limpio en las actividades, en este caso, públicas.

Argentina es un país que practica una limpieza constante de su quehacer institucional. No hay país en el planeta que ha convocado más ‘blanqueos’, que ha dado a sus ciudadanos más posibilidades de ponerse en limpio frente a la sociedad. Cada nueva administración permite a la ciudadanía salvar sus deudas con el fisco con grandes descuentos; hasta el mismo gobierno lo hace unilateralmente frente a las instituciones internacionales.

Tal vez es un reflejo de la fuerza de la religión Católica en el país, que estimula a sus fieles a confesarse para empezar de nuevo. Lavar el pecado para poder embarrarse de nuevo. Es una suerte de Carnaval de las cuentas públicas, de la ética, de la responsabilidad cívica, que son abusados todo el año sin compasión.

En Argentina, la corrupción ha creado una telaraña de complicidad que envuelve a todos, sin excepción. Esta obsesión con una limpieza, o blanqueo, periódico es particular a los porteños, y es fascinante que Sarjo quiera participar en el proceso con su ‘Lavi-Rap’ patriótico, una batería de lavarropas puestas en ciclo continuo para lavar y blanquear la bandera de la patria.

La bandera de Argentina, en si, es particular. Mientras sus vecinos celebran la sangre de la vitalidad, el brillo del sol, la robustez de la vegetación y la fuerza del mar y lo radiante del cielo en banderas multicolores, Argentina limita su celebración a una banda blanca entre dos franjas de azul pálido: es una bandera que podría parecer lavada de antemano.

Tal vez una bandera refleja el carácter y las aspiraciones de un pueblo. Argentina ha tenido un pasado particular, que se repite sin tregua. El futuro sigue esquivo. Y el presente es un pantano de confusiones, una seguidilla de decisiones equivocadas. El acto de Sarjo de purgar la bandera de tantas impurezas cabe dentro de la metodología oficial: proclamar efímeras limpiezas para tapar otras suciedades.

La limpieza y el lavado son muy de moda. Todo el mundo habla del ‘lavado’ de dinero: unos acusan a otros, pero la deseada limpieza nunca llega. En Argentina llevan el proceso a tal punto que hay gente que lava físicamente los billetes de cien dólares para reciclarlos en un mercado ansioso de poseerlos. Tal vez en un futuro operativo, Sarjo puede instalar mini-lavadoras para billetes, cheques y otros documentos financieros que han sido ensuciados.

Este prolongado baño de la bandera es un llamado de atención por parte de un artista vecino a quien le preocupa lo que lee sobre el país hermano y sus constantes problemas de imagen. Hay que tomarlo como un acto de hermandad más que una crítica o una humorada. Sarjo y sus maquinas de lavar apuntan a un blanqueo mental y espiritual, un lavado de cerebro que gatilla nuevas actitudes y acciones.

Edgard Shaw

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