Nada es como era antes, María, pero poco ha cambiado.
Fuimos creados por nuestros padres para creer que las cosas positivas que los humanos desarrollaban a través del tiempo iban a cambiar la condición humana. El hombre iba a portarse mejor, estar más involucrado en su destino y en él de su mundo.
El envase que nos protege – materialmente - se mejoró en muchos casos, pero el contenido dentro de cada uno de nosotros sigue igual.
Los diarios siguen aportando la misma cantidad de palabras y las mismas fotos sociales, pero ilustran menos que antes. La televisión, que podría ser un increíble motor para formar a la gente, solo sirve para adormecerla. La proliferación de universidades parecía ser un avance, pero sus dueños no se atreven intentar formar individuos, solo preparar cuerpos para competir en un mercado laboral cada vez más inhumano.
¿Porqué? Yo propuse la tesis, que en el caso de la Argentina, la sociedad que más he observado en su inoperancia, la culpa es de las abuelas, que formaron a sus hijos y nietos a la imagen de sus propios abuelos, aquellos hombres, machistas, autoritarios, compadres, que construyeron las bases de las sociedades modernas en el Siglo XVIII. Estas actitudes elitistas siguen dominando las pautas de los jóvenes capaces de hacer un aporte a su sociedad hoy.
Los próceres tenían ciertos códigos rígidos diseñados para protegerse a ellos mismos y sus pares de las masas de gente que llegaron en las olas de inmigración, los que brotaron del campo como los mismos trigales, que invadían las ciudades como plagas. Nuestros ilustres antepasados formaron una cáscara alrededor de sus queridos, la que todos añoramos ahora como refugio, pero no existe más. En aquel entonces, sus metas fueron mal enfocadas, las políticas mal dirigidas. No compartían los valores de su propia formación; todo quedó perteneciendo, como por derecho divino, a unos pocos terratenientes y sus aliados políticos, los dueños de un sistema armado para perpetuar su propio poder.
Hoy miramos a nuestros líderes, en el mejor de los casos, como ineptos, a veces bien intencionados, y en el peor, gente de pocas luces, poco comprometida, y corrupta. La corrupción tiene muchas vetas; robar plata es solo una de ellas. La Concertación es un perfecto ejemplo de cómo los corruptos comparten el poder – de manera que el país sufre de su inoperancia. Su urgencia no es el país, es perpetuar su pequeño coto de poder. Chile no es único: suele suceder en casi todos los países del mundo.
Gobiernos malos han sido la regla: no hay que esperar liderazgo ni buenos ejemplos de nuestros líderes, electos o auto-impuestos. El mundo avanza gracias a la genialidad de unos pocos emprendedores que, con su capacidad, pasión y compromiso, crean grandes proyectos que mejoran la vida de millones de personas, generalmente lejos de la interferencia del Estado. Si el pasado ha sido construido así, y el presente es así, no hay que imaginar que el futuro sea diferente o mejor.
Hoy estamos frente a una encrucijada particularmente difícil. Los políticos y los medios han convencido a la gente que tienen derecho a una vida como los personajes de las teleseries, como los exitosos, como estos ávidos consumidores que pueblan los mall y aumentan las ventas de las grandes empresas. El sistema nos ha enseñado que es mejor gastar que ahorrar, que aparentar que ser, que reaccionar en vez de pensar. Nos enseñan que todo es relativo: no hay nada que valga por si solo.
En las últimas décadas esta filosofía creó un boom económico enorme. Hoy en el Occidente esta torre de naipes empieza a caer. Estados Unidos ha perdido su norte: hoy es un país en bancarrota – moralmente tanto como económicamente. Solo hay deudores adentro de sus fronteras. Las empresas que ganan plata lo hacen vendiendo en el mercado internacional.
Los acreedores están en el exterior, sobretodo los gobiernos asiáticos. Ya usan los bonos estatales de EEUU para comprar bienes en el mismo EEUU. Europa ha seguido un proceso similar, arruinando sus monedas, endeudando a las generaciones venideras. Hoy la voluntad es un valor que casi ha desaparecido de la constitución de nuestros hijos y nietos de Occidente.
A todos, todo les vino demasiado fácil; no han conocido las penas de sus antepasados, las luchas para avanzar en la sociedad. No está mal que cada niño bien tiene su 4 x 4, lo que es mal es que considere que es la obligación de su padre regalárselo. El Occidente pierde fuerza cada día, y se mete en tantos líos internacionales como para justificar su fracaso en casa. A la vez, el Oriente está compuesto de miles de millones de personas que quieren más y están dispuestos a conseguirlo como sea. Estudian como poseídos, trabajan como locos, ahorran como nuestros abuelos hacían una vez. Poco a poco, con esta ética como padrón, los orientales arrasarán con todo.
Imagínese: el Banco de Chile se metió en una sociedad con el Citibank – el banco más grande del mundo pero talvez el más endeudado. El Citibank hace poco tuvo que buscar ayuda financiera para evitar la bancarrota y hoy está pagando al grupo árabe que le prestó la plata, el once por ciento por año en interés en dólares. ¿Cuánto van a tener que pagar tus nietos en el Banco de Chile, por ejemplo, para conseguir una hipoteca en un futuro cercano?
El latinoamericano está acostumbrado tener el dólar como referente, pero en el 2007 el dólar perdió 12 por ciento de su valor frente a las monedas europeas, y 34 por ciento frente al oro. ¡Ha perdido más del 30 por ciento frente al peso chileno en un par de años! Solo el peso argentino pierde valor frente al dólar…
El gobierno de EEUU está imprimiendo billetes a un ritmo de una dictadura cualquiera del tercer mundo. EEUU se enredó en un lío de hipotecas basadas en valores no existentes, inventaron maneras de esconder deuda jamás imaginadas hace una generación, y construyeron una economía basada en mentiras y fraudes tan complejas que ni los mismos banqueros entienden lo que hicieron. Deshacerse de esta cordillera de deudas va a tomar sus buenos años, y el proceso va a fomentar una espiral inflacionaria que va a apretarnos fuerte: alzas en comida, en benzina, en todo va a ser la tónica de los años venideros. Prepárate.
Mientras que EEUU tiene que sufrir los ajustes de sus excesos, el Medio Oriente lo lleva a otro tipo de desastre. Tal vez Bush se confundió Iráq con Irán. Hay solo una letra de diferencia, pero el problema real es Pakistán, que realmente tiene armas nucleares y a la vez hospeda como buen anfitrión árabe a Osama Ben Ladin. Las campañas de ‘liberación’ hasta ahora han dejado a Iráq en ruinas y Afganistán, gracias al apoyo logístico de EEUU, otra vez como el productor número uno de opio y por ende de heroína en el mundo. No se encuentra un lugar en el mundo que haya sido beneficiado de la presencia de EEUU durante el reino de Bush.
Si sientes que los tiempos han sido difíciles en los últimos años, no vas a poder imaginar lo que va a pasar en los tres o cuatro años que se nos acercan. Estados Unidos van a encontrarse frente a una recesión feroz, con una moneda debilitada, con un pueblo de recursos financieros limitados, y con una dependencia de Asia que no van a poder revertir. La única cosa positiva de este escenario es que Asia pueda aprender de los errores de Occidente, y manejar el mundo con otros parámetros.
El mundo que viene va a ser diferente. Nuevos Chaves, Kirchners y Morales van a tomar las riendas de las sociedades más abatidas de la región, mientras que el sur de Brasil va a seguir creciendo al ritmo de los otros gigantes fuera del circuito de Europa/EEUU. A los chilenos, que han perdido tantas oportunidades en los años recientes – en relación a establecerse como un jugador en la liga mundial de computación, telecomunicaciones y finanzas - aún les queda una posibilidad: acercarse a Asia, pero en serio.
Sergio Bitar hablaba de entrenar algunos universitarios en el idioma chino.
Estos gestos cosméticos no son suficientes: si el gobierno quiere actuar en serio, debe armar un programa de becas y mandar 2000 jóvenes a China por año, y otro mil repartido entre India, Indonesia, Malasia, Taiwán y Japón, como parte de un programa de urgencia para ganar mercados en el Oriente y aprender como manejarse en un mundo tan diferente.
Si no se establece una red como hoy hay con las sociedades europeas, Chile se quedará jugando en la liga con Argentina, Uruguay y Paraguay. También debe facilitar la inmigración de asiáticos con educación, entrenamiento especial o capital. Nos falta una fuerte de dosis de imaginación, rigor, disciplina – ganas de trabajar, que solo puede hoy originarse en Asia.
Hasta hoy no hay ningún sentido de urgencia en las sociedades de América Latina. Se parece a los países de África en sus prioridades y actitudes, esperando que el resto del mundo los lleve de la mano. Al chileno joven le falta una formación en cosas prácticas de la vida. Debe saber los conocimientos básicos de electricidad, plomería, mecánica, albañilería, cocina. Debe poder mantener una casa, cuidar su auto (el día que logre tener uno). Debe entender como nutrirse, cuidarse de la gordura, del stress. Debe tomar la responsabilidad de su propia vida, su propio ser.
La educación que repartimos a nuestros hijos data de la Revolución Industrial, de hace dos siglos cuando el niño fue adiestrado para trabajar doce horas en una fábrica o una mina. La mayor parte del currículum no ayuda al joven a desarrollarse en lo que más necesita: pensar por si mismo, aprender a amar, respetar a sus pares y establecer su independencia. La educación actual parece tener un solo beneficio importante en el mercado de hoy: establecer una red de contactos para avanzar.
Hoy los padres no juegan ningún papel en la formación de sus hijos. Primero, aprenden de la presión de sus pares, luego de los ejemplos encontrados en la televisión y en la calle. La religión no está vigente ahora en el proceso. Los modelos a seguir son los de los especuladores, la farándula y las super estrellas del deporte. El empresario sigue siendo un ser dudoso y el que trabaja con sus manos un inválido.
Por eso, María, tienes toda la razón para encontrarte desconcertada. Todo se escapó de las manos. Y no hay nadie para agarrar los restos y construir algo nuevo – nuevo por supuesto quiere decir recuperar los valores eternos y la ética perenne. Si miras a los políticos, es claro que ningún cambio positivo puede venir de ellos. Tampoco de las otras agrupaciones sociales – los sindicatos, las fundaciones de los ricos ni la marchas de los pobres.
La inercia es una fuerza que siempre gana en estos momentos de la historia. El planeta está amenazado por tantas tonterías causadas por el hombre, pero seguirá produciendo sus propios ajustes a su propio ritmo y a base de su propia inteligencia. La fe no es un valor ni renovable ni sostenible: requiere la fuerza de la voluntad y esas mágicas sustancias que se llaman el amor en todas sus manifestaciones.
Abrazos de un yerno consternado
sábado, 11 de octubre de 2008
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