domingo, 14 de febrero de 2010

Caja Negra (Chile - 2008)

Caja Negra sigue vigente

La Corporación Cultural de Investigaciones y Experimentación de Artes Plásticas Caja Negra cobija bajo su titulo aparatoso un nido de creatividad que ya cumple veinticinco años. El ente independiente agrupa un constantemente cambiante núcleo de jóvenes creativos, unidos por un criterio de amplitud y flexibilidad. El Taller Caja Negra a lo largo de su recorrido ha salido a la calle con distintas caras, con nutridas exposiciones ofreciendo múltiples lecturas.

Caja Negra en si ha persistido en el tiempo, logrando colocarse encima de la ola de cada cambio generacional o vuelco substancial del timón de las modas o de los ‘ismos’ que movilizan la escena local cultural. Siempre ha mirado hacia delante, hacia nuevos terrenos, descartando caminos más fáciles o directos. ‘Investigación’ y ‘experimentación’ efectivamente han sido los dos pilares de su ingeniosa estructura.

El arte en general se ha sido convertido en un bien de consumo y los artistas más exitosos en términos de los cánones de nuestra sociedad son los que alcanzan los precios más altos. El creativo que experimenta, si no lanza un producto al mercado, no logra ninguna cotización. Con suerte, entra en el circuito alternativo y puede mostrar sus hallazgos en galerías marginales, sin ninguna esperanza de venta.

Pero la creatividad en si es fundamental al crecimiento humano en todas sus facetas. La historia nos comprueba esa verdad. Entonces Caja Negra está en el meollo del problemática de cómo ayudar crecer a Chile. Los avances experimentales que no encuentren espacio sobre las paredes de Vitacura, si pueden cambiar de cierta manera el curso del futuro en términos de cómo miramos a nuestro mundo y a nosotros mismos. Detrás de cada avance en el mundo del arte, hemos tenido creativos que rompieron las reglas de su tiempo.

¿Cuántas veces no entendemos la obra de un reconocido artista contemporáneo? El público que asiste a museos, ese pequeño proporción de la sociedad burguesa, muchas veces no está preparado para entender la obra de un artista que se adelanta a su tiempo. No haya un paradigma: no se puede decir que cada joven que se propone innovar, va a lograr adelantar el aporte del arte. Pero la experimentación es el camino más adecuado y los jóvenes de Caja Negra practican esta realidad.

Escoger, en 1983, una denominación del tenor de ‘Caja Negra’ sugiere una intencionalidad. El nombre, sin embargo, como el de la Caja de Pandora, tiene tonos de amenaza, de incertidumbre, de lo inesperado. Víctor Hugo Bravo, veterano del Taller, lo explica así:

“Caja Negra viene de un concepto que se utiliza en física y que versa sobre la realización de un experimento o una prueba que se realiza donde hay un factor de sorpresa en el resultado. Esto significa como desarrollar una idea, si quieres, una ecuación matemática, una hipótesis y pasarla por este espacio virtual que los físicos denominan ‘caja negra’ donde tu conjugas todos los elementos, pero sin verlos, esperas un resultado. Ahora este resultado es inesperado. Ese proceso donde el azar y la incertidumbre juegan un papel importante es el de Caja Negra, en esos términos físicos que en aplicación al nombre del Taller tenía que ver y aún tiene que ver con la especulación, la prueba, la experimentación, el proceso de laboratorio. En el fondo un espacio donde es mucho mas importante el ejercicio procesual, sus diferentes estados más que el resultado final como tal. De ahí también que en el momento que fuimos corporación se le llamó: Caja Negra Artes Visuales, Laboratorio de Investigación y Experimentación Artística.”

Con el pasar de los años, el propio término ‘caja negra’ ha adquirido otras significados. En el mundo de la aeronáutica, se refiere al indestructible aparato que guarda todos los datos de los vuelos. Sirve para determinar las causas de un accidente aéreo. En los círculos de las bolsas de acciones internacionales, las cajas negras son computadores que envían órdenes de compra o venta de acciones que son calculados y accionados por programas alogarítmicos (ort?). Crean mucho desorden en los mercados al no ser manejados en tiempo real por mentes racionales.

Cualquier integrante de nuestra Caja Negra tiene que navegar entre variantes de los parámetros de estas tres situaciones. Como explica Víctor Hugo, en esencia el clima del espacio creativo debe ser un laboratorio, donde se ensaya teorías e interpretan resultados. Así el proceso puede ser, al fin del día, más relevante que el mismo resultado. Esto, para el mercado del arte, es en si anacrónico e inaceptable para el consumidor del trofeos de arte.

La institución Caja Negra debe también reflejar sobre el propósito de la ‘caja negra’ del avión: llevar un registro de los logros para que futuros participantes puedan aprovechar, en caso de emergencias, de los ‘descubrimientos’ y también de los fracasos. Es fundamental que un centro de experimentación documente sus hazañas para tener la información histórica para poder seguir vigente y renovarse.

También la tercera definición es aplicable. Aferrarse a programas, modelos, ideas en vías de extinción se pone en peligro el motor mismo de la creatividad. Si la caja negra de los financistas manda órdenes sin posibilidad de ser revertidos o modificados, el artista también puede encerrarse en la burbuja de un concepto sin revisar su validez. Todo lo programado debe ser sujeto a constante re-evaluación.

Como los integrantes de Caja Negra no comparten una doctrina en relación a sus pautas creativas, la producción resulta diversa. No es monolítico como un partido político ni fanática como una barra brava. Cada miembro funciona como individuo, creando la posibilidad de alianzas estratégicas de corta duración, equipos que arman muestras en grupo, que viajan al exterior para presentar su obra a públicos con distintos criterios.

Interactuarse ayuda a garantizar la actualización. Han sido revitalizadores estos viajes a otros países y a la vez han servido para confirmar que Caja Negra ha sido única en Chile y en la región en aplicar un concepto propio y llevarlo a las últimas consecuencias. Como todo emprendimiento cultural en América Latina, la supervivencia ha costado y la Corporación ha subsistido al margen de la institucionalidad y el mercado de arte local. Su gran mérito es su capacidad de adaptarse a las realidades de su condición y no caerse en fútiles resentimientos contra una sociedad que aún no aprendió como evaluar y valuar los aportes culturales de vanguardia.

Celebremos este aniversario con alegría. Caja Negra ya superó su adolescencia y está en pleno camino hacia la madurez. Cada artista que la integra contribuye a este proceso sin fin, asegurando que la ruta de la experimentación siga vigente, a veces validada por realizaciones ‘sorprendentes’. Ha sido y sigue siendo un destacable anacronismo dentro del abanico de la experiencia de las expresiones culturales chilenas.

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